Gálatas 4:6-7 “Y por cuanto sois
hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama:
¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también
heredero de Dios por medio de Cristo.”
Somos hijos
de Dios, porque al Padre así le plació, no porque lo merezcamos sino por
gracia, y por aquel que nos libero de la muerte eterna de la condenación del
pecado el Señor Jesucristo, quien vive y está junto al Padre en el Reino
de los Cielos.
Solo cuando
hemos entendido, el valor de este título, cuando hacemos que en nuestra vida se
convierta en realidad por el don de la fe, es cuando recibimos el Espíritu
Santo en nuestros corazones,
por el cual podemos clamar Papito Dios, a nuestro
Padre que está en los cielos y si somos llamados hijos nuestra herencia es
conjunta con Cristo Jesús, herencia de príncipes del Rey de Reyes y Señor de
Señores.
La
esclavitud del pecado es rota cuando entendemos la obra hecha por nuestro amado
Señor Jesús de Nazaret, quien por medio de ceder su vida en manos de hombres,
quien dejo riquezas y comodidades de su reino para vivir en medio de las
incomodidades del mundo juntamente con nosotros, entrego su cuerpo en el
momento que fue conveniente para que la condenación nuestra fuera llevada a la
cruz del calvario y juntamente con todo decreto de muerte de enfermedad y de
pobreza fue crucificado, llevando al final nuestra esclavitud, pero para
libertad y salvación de nosotros, era necesario que resucitara, así el Padre se
glorifica en el hijo y el hijo en el Padre. Colosenses 2:14-15 “anulando el acta de los decretos
que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y
clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los
exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.”
Si el
Señor Jesucristo no hubiese resucitado, no existiría la libertad del pecado y
de la muerte eterna, la obra salvadora hubiese sido inconcluso, por tanto
mediante la fe en su resurrección la libertad es dada a nosotros porque el
venció en la cruz tomando nuevamente su vida mostrando su majestad ante la
muerte misma, y regresando al Padre para su gloria eterna.
Para que
alcancemos la heredad del reino de los cielos practiquemos estos principios
fundamentales:
1 Cree y
recibe a su Hijo: Juan
1:12 “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio
potestad de ser hechos hijos de Dios;”. Dice la palabra que TODOS los que le
recibieron y creen en su nombre son hechos hijos de Dios, si no recibimos a
Jesucristo y no creemos en su nombre, como creer entonces en Dios Padre, la
verdad no puede ser parcial, la verdad es absoluta completa, Jesús es el Hijo
de Dios y Dios es Padre, lo envió a salvarnos por amor a nosotros mismos. Juan 3:16 “Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no
se pierda, mas tenga vida eterna.”.
2 Honra
a Tu Padre: Éxodo
20:12 “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la
tierra que Jehová tu Dios te da.”, dice la ley dictada por Dios que quien honra a padre
y madre naturales sus años sobre la tierra serán alargados, entonces al dar
honra al Padre eterno la promesa de vida es extendida hasta la vida eterna,
para poder disfrutar de la heredad del reino de los cielos, adicionalmente
estamos bendecidos sobre la tierra donde Dios nos coloca Efesios 6:2-3 “Honra a tu padre y a tu madre,
que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de
larga vida sobre la tierra.”.
3
Conserva tu lugar: No lograremos ser herederos de Dios si no conservamos
nuestro lugar como verdaderos hijos, quien no reconoce al Hijo para reconocer
al Padre, y no le da la honra al Dios Todopoderoso como único Padre excelso, no
puede tomar su lugar como príncipe de su reino Salmos 45:16 “En lugar de tus padres serán tus hijos,
A quienes harás príncipes en toda la tierra.”. Si en los lugares terrenales seremos
príncipes por causa de nuestros padres más aun seremos Príncipes del cielo reconociendo a Dios Padre como Único Dios
verdadero.
Reconoce
a Dios Padre y al Hijo repite conmigo “Dios y Padre hoy te necesito reconozco a
Jesús como tu hijo y redentor, te pido perdón por todos mis pecados, decido no
volver a ellos, renuncio a todo lo incorrecto y abro mi corazón para que entres
Jesucristo y seas mi Único Señor y Salvador personal, haz de mi una persona
nueva, escribe mi nombre en el libro de la vida, te doy gracias por tu amor, tu
perdón y el regalo de la vida eterna en el nombre poderoso de tu amado Hijo
Jesús de Nazaret, Amen.”
Hoy
recibiste a Jesús en tu corazón y confesaste su nombre, y por su palabra
empiezas una nueva vida y eres llamado hijo de Dios.
Dios te
bendiga.
William González Velasco.
M.P.N.
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