sábado, 23 de agosto de 2014

Obediente hasta la Muerte.

 Filipenses 2:8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.


Obedecer, en el hebreo significa “oír inteligentemente”, y su raíz griega significa “escuchar desde abajo” (algo así como con la cabeza agachada). Obedecer cuesta trabajo cuando no tenemos una condición humilde, el orgullo se opone a
la obediencia causando actos de total rebeldía.
El mayor ejemplo de Obediencia nos lo dio el Señor Jesucristo, en el momento mismo en que se humilló y escucho con atención la instrucción del Padre. Recordemos la oración elevada al cielo por el Sr Jesús en el monte Getsemaní (Mateo 26:38), quizás no era para El muy fácil saber que el momento más crítico estaba por comenzar, y haciendo uso de la oración pidió al Padre que si era posible pasar ese momento, pero declinando su voluntad le dijo que no fuera la voluntad suya sino conforme a la voluntad de Dios.

Juan 3:16 nos enseña que el amor del Padre Dios sobrepasa todo límite hasta el punto que envió a su Hijo a dar la vida por nosotros, pecadores, injustos, en fin no importando nuestra condición, sino el amor que nos ha tenido.

Sin embargo a este diseño hermoso de la salvación le antecedía un momento violento y desgarrador como fue la pasión que el sr Jesús paso antes de ser colgado en la cruz del calvario y sumándose a esto la agónica suplica del Sr Jesucristo por todos nuestros pecados y rebeliones.

Dice el texto en Filipenses 2:8, “y estando en la condición de Hombre”, Jesús en ese momento no estaba en condición de Hijo de Dios, quiere decir que no estaba en su personalidad sobrenatural, estaba en condición de hombre, tal como cualquiera de nosotros, es fácil pensar que la personalidad sobrenatural del Señor se hubiese podido soportar lo que vivió sin mayores complicaciones, pero Él estaba en condición humana, sentía en sí mismo el dolor, la angustia, la soledad que conlleva el pecado y la maldad a los cuales han sometido el mundo.

La Obediencia del Señor Jesucristo lo llevo a aceptar todo esto, justo en el momento que estaba orando en el Getsemaní, por eso se podría decir que allí murió el Señor, cuando declino su voluntad ante la voluntad suprema del Padre.

Por esto Dios no solamente lo levanto de los muertos, sino que lo exalto hasta lo máximo e hizo que su nombre fuera por encima de todas las cosas, para que ante el nombre del Señor Jesucristo, se postre toda la creación, porque semejante acto de obediencia solo lo pudo cumplir un hombre valiente como Jesús, no en calidad de ser divino, sino en condición de hombre.

Ahora bien será que en condición de hombres no podremos nosotros ser obedientes a Dios en sus mandatos, cuando en ellos por ninguna parte encontramos una instrucción tan fuerte como la que obedeció Jesús?. 

William González Velasco.
M.P.N.

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