Filipenses 2:8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí
mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Obedecer, en el hebreo
significa “oír inteligentemente”, y su raíz griega significa “escuchar desde
abajo” (algo así como con la cabeza agachada). Obedecer cuesta trabajo cuando
no tenemos una condición humilde, el orgullo se opone a
la obediencia causando
actos de total rebeldía.
Juan 3:16 nos enseña que el amor del Padre Dios
sobrepasa todo límite hasta el punto que envió a su Hijo a dar la vida por
nosotros, pecadores, injustos, en fin no importando nuestra condición, sino el
amor que nos ha tenido.
Sin embargo a este diseño hermoso de la salvación le antecedía
un momento violento y desgarrador como fue la pasión que el sr Jesús paso antes
de ser colgado en la cruz del calvario y sumándose a esto la agónica suplica
del Sr Jesucristo por todos nuestros pecados y rebeliones.
Dice el texto en Filipenses 2:8, “y estando en la condición
de Hombre”, Jesús en ese momento no estaba en condición de Hijo de Dios, quiere
decir que no estaba en su personalidad sobrenatural, estaba en condición de
hombre, tal como cualquiera de nosotros, es fácil pensar que la personalidad
sobrenatural del Señor se hubiese podido soportar lo que vivió sin mayores
complicaciones, pero Él estaba en condición humana, sentía en sí mismo el
dolor, la angustia, la soledad que conlleva el pecado y la maldad a los cuales
han sometido el mundo.
La Obediencia del Señor Jesucristo lo llevo a aceptar
todo esto, justo en el momento que estaba orando en el Getsemaní, por eso se podría
decir que allí murió el Señor, cuando declino su voluntad ante la voluntad
suprema del Padre.
Por esto Dios no solamente lo levanto de los muertos,
sino que lo exalto hasta lo máximo e hizo que su nombre fuera por encima de
todas las cosas, para que ante el nombre del Señor Jesucristo, se postre toda
la creación, porque semejante acto de obediencia solo lo pudo cumplir un hombre
valiente como Jesús, no en calidad de ser divino, sino en condición de hombre.
Ahora bien será que en condición de hombres no
podremos nosotros ser obedientes a Dios en sus mandatos, cuando en ellos por
ninguna parte encontramos una instrucción tan fuerte como la que obedeció Jesús?.
William González Velasco.
M.P.N.
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