1ra Pedro 3:10 “Porque: El que quiere amar la vida Y ver días buenos, Refrene su lengua de mal,
Y sus labios no hablen engaño;”
Una gran enseñanza que nos imparte Dios por medio del Apóstol Pedro, aprender a controlar nuestro diario hablar, si deseamos ver días buenos en nuestra vida. Es curioso como en este pequeño pasaje encontramos una enseñanza tan grande, es de tal impacto y tanto poder todo lo que nuestra lengua puede expresar hasta el punto que aquí se nos dice, “refrene”, no dice frene...
La prudencia en el momento de hablar marca la diferencia entre los que son verdaderos hijos de Dios y los que aun no desean serlo, si hiciéramos un rápido análisis el Señor Jesucristo hablaba poco, y era solo en los momentos de hablar del Reino de los Cielos cuando su boca se abría para dar esos sermones tan impactantes, o las frases de desafío de fe que manifestaba a sus discípulos, Jesús no andaba por ahí diciéndole a Pedro, “jum Pedro, si ves con las que me salió Judas?”, ni tampoco “si ven discípulos como son esos fariseos, no que tipos tan despreciables”, no mis amados Jesucristo sabía que su lengua y su boca eran instrumentos poderosos que creó el Padre Celestial para que salieran palabras de bendición no de maldición.
Dice en Santiago 3:9-11 “Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga?”, es claro de tu misma boca como pueden salir dos sentimientos tan controversiales, nosotros no fuimos hechos para andarnos por ahí en medio de chismes y murmuraciones, mucho menos hablando de nuestros propios familiares, y lo peor hablando con cualquiera nuestras cosas más intimas. Por tanto somos nosotros los culpables muchas veces que se levanten falsos testimonios o calumnias en medio de nuestra familia, barrio e incluso ciudad.
Miremos también a nuestro alrededor que cosas en nuestra vida nos han llegado por no saber hablar, por que el poder de la palabra es tal que dice en Proverbios 18:20 “Del fruto de la boca del hombre se llenará su vientre; Se saciará del producto de sus labios.”, muchos de nosotros en algún momento hemos hablado mal de alguien, o quizás hemos emitido juicios sin conocer la verdad de algo y terminamos en situaciones iguales o peores de las cuales alguna vez fuimos participes con nuestra palabra, entonces terminamos comiendo de nuestras mismas afirmaciones; si seguimos en este mismo Proverbios 18 miremos el versículo 21 “La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos.”, es tal el poder de una frase un testimonio o una palabra que puede causar muerte o puede también dar vida (“El Fruto de Tu Boca”), por eso amado piensa mucho antes de hablar y si no es necesario decir nada entonces mejor refrena tu lengua, cállate, enmudécete.
Quiero invitarte a que busques el Libro de Santiago capitulo 3 y lo leas detenidamente y encontraras cuán importante es saber controlar la lengua, la comparan como el timón de un barco, como el freno del caballo, entonces dice la palabra que quien es capaz de refrenar su lengua puede refrenar todo su cuerpo.
Para terminar y esto si te volara la cabeza, en el libro de Lucas 6:45 Jesús a sus discípulos les dice “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.”, entonces como te expreses, como tu hables de lo que tu digas, de eso mismo tienes lleno tu corazón, revisa entonces cuáles son tus palabras y tu manera de hablar, así tal cual es tu interior.
Oremos al Padre Celestial para que nos enseñe a refrenar nuestra lengua y podamos ver días buenos nosotros los que amamos nuestra vida, “Amado Padre Dios, hoy quiero reconocer delante de ti que doy mal uso a mi lengua, que de mi boca han salido palabras que nunca debí expresar, perdóname por todos mis pecados, hoy te entrego mi Señor Jesús mi vida entra en mi corazón, se mi Señor y Salvador personal, transfórmame como sea tu voluntad, enséñame a bendecir y no a maldecir, recibo tu perdón y el amor y el regalo de la vida eterna, gracias Dios Padre en el nombre de Jesús, Amen”
William González Velasco.
M.P.N.
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